El pueblo de Dios es un pueblo inmenso; comprende también a otros hermanos, hombres como ustedes, creados a imagen y semejanza de Dios, que viven sobre otros planetas del universo y que sirven fielmente a su Creador

Mensaje de Jesús del  12 de noviembre de 2010-

2) Consagración a María, Madre y Reina del Universo y a Jesucristo, Rey del universo, en comunión con el Arcángel San Miguel y con los instrumentos extraordinarios para inserirse en la comunión universal. Esto es más necesario que nunca, dado que ya ha empezado el último período de preparación al retorno glorioso de Cristo.
El 23 de noviembre de 2007, durante la preparación de la solemnidad de Cristo Rey, San Miguel Arcángel dictó a Stefania Caterina dos oraciones de consagración: una a la Madre y Reina del Universo y otra a Jesucristo Rey del Universo. Dijo que expresan su devoción, y también la oración del Precursor de la venida gloriosa de Cristo y guía del pueblo santo de Dios:
 
Consagración a María,
Madre y Reina del Universo
 
A ti, Reina y Madre del universo,
encomendamos la Iglesia universal,
en vísperas de los nuevos tiempos
y de los nuevos caminos,
que el pueblo de Dios deberá recorrer.
 
Nos encomendamos a ti,
y consagramos a tu Corazón Inmaculado
todos los ángeles, que se postran ante ti,
oh llena de gracia,
como se postró el arcángel San Gabriel.
 
A tu Corazón Inmaculado
consagramos el genero humano entero
en todo el universo,
cada hijo de Dios que busca la vida.
 
Su seno, oh Madre,
genere y nutra
cada hombre de buena voluntad,
cada criatura de Dios.
 
Te encomendamos a vivos y difuntos,
que te miran, con amor y esperanza,
en su camino de purificación
hacia la luz de la verdad
y la plenitud del Paraíso.
 
Te encomendamos todas las criaturas,
generadas por el amor de Dios,
y creados para su gloria.
Que en tu corazón, oh María,
sean transformados,
y se aleje de la creación
el mal de Satanás.
 
Que tu Corazón Inmaculado,
oh Reina y Madre del universo,
sea nuestra fortaleza,
y la prenda de bienes futuros.
Que tu Corazón Inmaculado
sea fuerza y protección
para toda la Iglesia de Dios.
 
Recibe nuestra ofrenda,
nuestro amor y nuestra gratitud.
Nos sometemos
el espíritu que está en ti,
el Espíritu de Dios, puro e inmaculado,
que da vida al universo.
 
Invocamos tu poderosísima protección
para toda la Iglesia universal,
especialmente para aquellos que, en estos tiempos,
recibirán la gracia y la misión
de abrir el camino a la humanidad.
 
Bendita seas
y alabado sea tu nombre
en todo el universo!
Nos encomendamos a ti con plena confianza.
Tu sabrás allanarnos el camino,
porque eres la madre de los tiempos nuevos. Amén.