Para describir la naturaleza y la acción de este importante instrumento, vamos a utilizar algunos fragmentos de un mensaje de Jesús a Stefania Caterina:
 
"El segundo instrumento (el Núcleo Central n.d.r.) esta constituido por un grupo de personas, que he llamado para una tarea particular, eligiéndolas entre diferentes humanidades del universo, incluyendo la Tierra.
 
Estos hermanos y hermanas están unidos entre ellos en mi Espíritu, y actúan principalmente en espíritu. Ellos forman un núcleo compacto, y actúan junto con los siete grandes Arcángeles; San Miguel es el líder de este núcleo, es responsable de él ante Dios.
Sabéis que cada cuerpo está formado por innumerables células, y cada una tiene que funcionar para mantener vivo todo el organismo. Igual ocurre en el pueblo de Dios: cada creyente, cada grupo que se une a mí para vivir en comunión, forma una célula que da vida a mi Cuerpo Místico. El grupo de personas de las que os hablo fue elegido para ser una célula particularmente activa y capaz de activar a muchas otras. Lo defino como Núcleo Central, porque es un componente fundamental de mi obra en este tiempo, y despliega su potencia en el centro, eso es, en el corazón de mi pueblo.
No se trata de un gran número de personas, no supera las cincuenta, ni de individuos con mayores méritos o mejor dotados que otros. Se trata de personas que se han mostrado dispuestas a responder a mi llamada, y llegar hasta el fondo, a pesar de las muchas pruebas que han tenido que afrontar. Dios nunca mira a los méritos de una persona, cuando la llama, sino que escruta en las profundidades del espíritu. Él busca la sinceridad, la docilidad, la obediencia al Espíritu, que es la primera obediencia, el amor y la fidelidad absoluta a Él, que les lleva a elegir a Dios por encima de todas las cosas, y de todo interés humano. El Núcleo Central está formado precisamente por este tipo de personas, a las que yo he podido confiar una misión especial para este tiempo.
 
¿Cuál es la misión de los miembros del Núcleo Central? En primer lugar, la de ofrecer su vida a Dios, y los unos a los otros, formando así el primer núcleo del universo en el que hombres y mujeres, pertenecientes a diferentes planetas, trabajan codo con codo para el Reino de Dios, y viven la comunión universal.
Es el poder de Dios que hace posible esta comunión, más allá de cualquier distancia física, y la hace intensamente operativa a favor de todo el pueblo de Dios. Un día será así para todos, porque la humanidad esparcida sobre tantos planetas, deberá reunirse y formar un solo pueblo, el pueblo de Dios; un solo rebaño y un solo Pastor . Se trata de un proceso gradual, en el cual el Núcleo Central abre el camino al pueblo de Dios, hacia la comunión universal.
 
Los miembros del Núcleo Central están particularmente unidos al sacerdocio de los siete grandes Arcángeles, tal y como deberá suceder a todo mi pueblo: el sacerdocio real de mis fieles, en efecto, no podrá prescindir de la comunión con el sacerdocio de los siete Arcángeles, que garantiza la plena comunión con la liturgia celestial.
 
El Núcleo Central recorre el universo, y lleva a todas partes el anuncio de la salvación, para que todo hombre pueda conocerme y creer en mí, sea bautizado en mi nombre y tenga conciencia de mi acción en este momento, de la necesidad de ser recapitulado en mí.
Los miembros del Núcleo Central actúan en el universo en espíritu pero también físicamente, ya que muchos de ellos pertenecen a humanidades muy evolucionadas, que desde siempre han sido capaces de cubrir distancias imposibles para vosotros; de esta manera, donde no llega uno, llega el otro. Es mi deseo que estos hermanos vuestros actúen con fuerza dondequiera que sea necesario.
 
El Núcleo Central toca en espíritu todas las dimensiones del universo, tanto vivos como difuntos, y afrontan abiertamente las fuerzas del mal, para proteger al pueblo de Dios y abrir el camino a cada hombre de buena voluntad. La misión del Núcleo Central es delicada y muy exigente, por eso goza de una protección muy particular.
 
Todos los miembros del Núcleo Central están llamados a ofrecer la propia vida a Dios, a través del Corazón Inmaculado de María, sin condiciones y sin compromisos, a favor de todo el pueblo. Están llamados a tomar sobre sí las cruces de la humanidad no para ser hostigados, sino para ofrecerlas a Dios y transformarlas en la victoria de mi resurrección; por esto deben recorrer incesantemente mi camino, unidos a mí, para pasar continuamente de la muerte a la resurrección. Así ellos interceden a favor de todos los vivos y difuntos.
 
Entre los miembros del Núcleo Central se vive y actúa al máximo la paternidad y la maternidad espiritual. Son padres y madres de la humanidad, porque a través de ellos la vida de Dios fluye con fuerza, y se comunica a muchas almas. Por eso viven una comunión especial con María Santísima y San José; están llamados a amar a todos los hombres, sin distinción de razas y pueblos. Cada hijo de Dios está encomendado a su paternidad y maternidad, sin ninguna preferencia.
 
El Núcleo Central no se pone por encima de nadie, ni sustituye a la Iglesia, es decir, al pueblo de Dios, sino que simplemente está llamado a ofrecerse a Dios y actuar de acuerdo a sus órdenes, para dar vigor e impulso a la vida de toda la Iglesia, abriendo espacios nuevos para la misión de mi pueblo.
 
El Nucleo Central apoya y protege al pueblo de Dios, pero no es una institución jerárquica, porque vive según las leyes purísimas del Espíritu puro, que no contempla las jerarquías sino el servicio. Realiza un servicio pero no da órdenes a nadie, excepto a las fuerzas del mal que deben plegarse ante la fuerza que emana. Tampoco sigue órdenes de ninguna jerarquía humana, porque están bajo mi autoridad directa, y dispongo según mi voluntad. ¿Acaso no puedo hacerlo? ¿No me llamáis Señor? Dejad pues que haga lo que debo hacer” .
 
Como ya hemos dicho, Tomislav Vlašić y Stefania Caterina han sido llamados por Dios para ser parte del Núcleo Central en el 2004. Lo que hemos recibido a través de ellos es, por tanto, el testimonio directo de su vivir y operar dentro del Núcleo Central. Hemos creído en su testimonio que ha sido y es para nosotros una fuente de enriquecimiento y gracia. Hemos elegido vivir en plena comunión con el Núcleo Central y con los demás instrumentos de Dios para este tiempo. Hemos reconocido los frutos que esta comunión ha generado en nosotros y en los que, como nosotros, han creído. De esto queremos dar testimonio.