"Son María Santísima y San José que, en estos tiempos, velan de modo particular sobre el pueblo de Dios y sus tres instrumentos extraordinarios. Su maternidad y paternidad operan en favor de toda la humanidad del universo. La oración y la intercesión de María Santísima y San José son fundamentales para la realización de los planes de Dios. Haréis bien rogándoles y a estando más unidos que nunca a ellos" .
Lo que se dice de María siempre es poco. María es un misterio; Podemos entenderlo sólo si estamos inmersos en el Espíritu Santo. Sin embargo, es muy útil para el pueblo nuevo comprender María en su papel de Corredentora de la humanidad de donde emana su maternidad; por eso Dios nos la da como Madre, y también como el más excelente miembro de la Iglesia.
"Cuando morí en la cruz, no había nadie a mi alrededor, excepto mi Madre, que se unió a mi sacrificio. Las mujeres, los apóstoles, me amaban pero no comprendían lo que estaba sucediendo ante sus ojos. Todavía no habían recibido la unción del Espíritu Santo para poder comprender plenamente lo que significa ofrecerse al Padre en unión conmigo. Lo comprendieron más tarde.
Mi madre, en cambio, estaba preparada para esto; tenía que estarlo, porque yo no podía morir solo en la cruz. Tenía que unir a mi sacrificio a todos aquellos que durante siglos se entregarían a mí. María fue el primer ser humano en el universo a unirse a la perfección a mi sacrificio en la cruz y a participar plenamente de mi resurrección. Mi madre fue el primer ser viviente a realizar conmigo el pasaje pascual. Todos los demás se han unido con ella, a través de ella, después de ella. Las humanidades fieles a Dios desde la creación, que acompañaron con sus oraciones mi camino sobre la tierra, también se unieron a María en el momento de mi sacrificio en la cruz. Por esta razón, la humanidad no podrá unirse a mí, si no es a través de María. El pasaje a través de su Inmaculado Corazón es obligatorio para todos aquellos que desean llegar a la unión mística conmigo. Mi madre es la que ha abierto el camino, la primera criatura que ha alcanzado la unión plena y perfecta conmigo sobre la cruz, mas allá de la cruz, por toda la eternidad.
En mi madre antes que cualquier otro, mi pasaje pascual de la muerte a la vida se ha encarnado y se ha hecho visible. Su presencia entre los apóstoles ha sido crucial: después de recibir el Espíritu Santo, los apóstoles y discípulos, lo han comprendido todo, pero es a través de María que entraron plenamente en mi sacrificio y se unieron a mí" .
En el proyecto de Dios, San José ha estado unido de una manera muy particular a la María Santísima. San José es invocado como custodio de la Iglesia, es decir, el que protege la vida de Dios en la Iglesia, así como ha custodiado a Jesús y María. Jesús afirma:
"Y no olvidéis a San José del Corazón ardiente, mi padre adoptivo en la Tierra, el justo por excelencia. Nadie ha sido justo como él, su justicia ha superado a la de tantos otros y el poder de su espíritu es inmenso. María y José son para vosotros como una madre y un padre en el camino, como lo fueron para mí, y a ellos quiero confiaros" .
San José acogió el proyecto de Dios en María. Así fue partícipe de la inmacularidad de su Esposa. Es un ejemplo para todos nosotros. En un mensaje a Stefania Caterina, San Giuseppe nos ha explicado que a través del silencio virginal se entra en el misterio trinitario. Citamos un pasaje:
"Deseo hablaros de un arma muy potente contra el enemigo, esta es, el silencio virginal en vuestro interior. El silencio y la virginidad siempre van de la mano, porque nadie puede entrar en un silencio verdadero si se carece de la pureza interior, pero para entrar en la pureza es necesario el silencio interior.
Qué silencio? Ciertamente no se trata del silencio como la ausencia de sonido, sino el silencio virginal.
El silencio reinaba cuando Dios creaba el universo, La palabra descendió sobre María en el silencio. La SS. Trinidad opera en el silencio que es la plenitud, contacto vivo entre las Tres Personas de la SS. Trinidad. Entre las Tres Personas Trinitarias fluye efectivamente la plenitud, el amor y reina el silencio, ya que cada Persona escucha a la otra, y en el silencio se genera la comunión. El silencio reinaba en la casa de Nazaret porque cada uno escuchaba el otro y, escuchando al otro, escuchaba Dios en el otro.
El silencio es una poderosa barrera contra las fuerzas del mal. Este os introduce plenamente en la vida de la SS. Trinidad, forma una barrera alrededor de vuestra alma y vuestro cuerpo.
El silencio os sumerge en el vórtice Trinitario. Entended bien esto: el vórtice de la SS. Trinidad os atrae a vosotros y todo lo que os pertenece, lo atrae y lo transforma. Transforma lo que es bueno para que sea aún más fuerte, y destruye lo que es malo. El mal, efectivamente, no puede resistir, pues es destruido por el vórtice.
Tenéis que aprender a sumergir todo cosa en este vórtice, todo el bien y todo el mal que hay en vosotros, tanto en vuestra alma como en vuestro cuerpo, todo aquello bueno que hay en vosotros, y también el mal que tocáis. Poned todo en este vórtice, para que sea potenciado o destruido" .
En otro mensaje dice:
"Quién elige verdaderamente la castidad, la elije en toda su profundidad. Yo no tenía ningún interés de carácter sexual respecto a María, esto nunca ha estado en mi corazón, no estaba previsto ni era querido por Dios para mí y no habría tenido ningún sentido en el plan de Dios. Por eso me fue dada la gracia para vencer toda tentación, porque Dios siempre da la gracia necesaria para llevar a cabo su obra. Además, la mía no era una Esposa como las demás: poseía la gracia de una tal pureza que nada sucio podía estar cerca de ella. De ella emanaba una pureza comparable sólo a la de Jesús. Cuando observaba a María y al pequeño Jesús juntos, en ellos no había el menor indicio de pecado, estaban completamente inmersos en Dios. Mi alma se saciaba de una tal perfección, por eso, también yo pude llegar a ser inmaculado, fruto de mi camino de santidad, y también por la gracia extraordinaria que absorbí en mi especial unión con Jesús y María .
Además de los instrumentos extraordinarios y sublimes, también los santos y los justos participan en estos tiempos de la recapitulación en Cristo de todas las cosas. Son reforzados en su actuación para incidir eficazmente en todo el universo. Unidos a ellos, también nosotros somos potenciados.
Cada persona alcanza en Dios la realización de su identidad y de la propia misión. En el Cuerpo místico de Cristo todas las relaciones entre las personas se perfeccionan en la armonía. María Santísima y San José son esposos en Cristo, unidos místicamente a él. Su unión esponsal en Cristo es particularmente operante en estos tiempos en los que la acción de la Trinidad es potente. Así, su paternidad i maternidad en Dios pueden ayudar a todos los hijos e hijas de Dios en el universo. Desde esta perspectiva, esperamos el triunfo del Corazón Inmaculado de María.
Por eso es bueno invocarla siempre a fin de que nazca y alcance la perfección la comunión entre los hombres y mujeres en Dios.
Para profundizar sobre los temas de este capítulo, os aconsejamos especialmente dos de nuestros libros: "Más allá de la Gran Barrera" y "Reescribir la historia - Vol II - El Universo y sus habitantes."