En 1998, se presentaron en visión a Stefania Caterina los siete Arcángeles encabezados por San Miguel, como ella misma afirma en su primer libro:
 
"Desde la novena a San Miguel Arcángel, en el año 1998, se presentaron gradualmente los siete Arcángeles encabezados por San Miguel. Esto fue, para mí, preludio inmediato de revelaciones más intensas. Los siete arcángeles se presentaron como "Los siete espíritus de Dios que han sido enviados al mundo" , y empezaron a darme diversas explicaciones.
 
Al inicio de la creación, cuando Lucifer se rebeló contra Dios, los siete grandes Arcángeles se distinguieron entre todos los otros ángeles por su lealtad absoluta. Infundieron coraje a los demás ángeles, poniéndose a primera fila en la gran batalla contra Lucifer. Por su humildad y fidelidad, merecieron el privilegio de estar ante el trono de Dios y servirle de una manera especial. Fueron puestos a la cabeza de las escuadras angélicas y al servicio directo de la SS. Trinidad. Todos los ángeles que forman parte del coro celestial, se dividen en siete grandes escuadras a la cabeza de las cuales está uno de los siete Arcángeles. En cada escuadra hay ángeles de diferentes coros.
 
San Miguel está a la cabeza de los siete Arcángeles y todas las escuadras angélicas. La jerarquía existente entre los siete Arcángeles se pone como modelo para todas las jerarquías, y se caracteriza por la comunión perfecta en el Espíritu Santo.
Me han sido revelados los nombres de los siete Arcángeles: San Miguel, San Gabriel, San Rafael, San Uriel, San Jehudiel, San Sealtiel, S. Baraquiel.
 
Los siete Arcángeles tienen como primer deber ofrecerse por todos los ángeles, desde el más pequeño hasta el más grande, y ser para ellos ejemplo de fidelidad absoluta a Dios. Además, cada uno de ellos tiene una misión específica. En particular, San Miguel sirve al Padre, San Gabriel al Hijo, San Rafael al Espíritu Santo, San Uriel a María SS. Los otros tres Arcángeles están más directamente al servicio de la humanidad. Los siete Arcángeles combaten particularmente los siete pecados capitales y custodian en las almas los siete dones del Espíritu Santo. Contemplan a Dios y llevan a cabo sus órdenes. Son enviados por Él a realizar determinadas misiones en cualquier punto del universo, incluso en el Purgatorio y en el Infierno. He oído las almas del Purgatorio referirse a los siete Arcángeles llamándolos "los siete grandes Arcángeles" para distinguirlos de los demás.
 
Los siete Arcángeles son también guía para el pueblo de Dios, como lo fue para Israel, y actúan de forma invisible, "He aquí que, yo envío mi ángel delante de ti..." . Su ayuda, como en los inicios de la Iglesia , es de gran importancia para el pueblo de Dios que peregrina en estos tiempos. Su acción no sustituye la acción responsable del hombre. Es de ayuda para que el sacerdocio instituido por Jesucristo en la Iglesia, llegue a la plenitud y la comunión universal. Su oración y su acción ayudan al pueblo de Dios a elevarse, a fin de que éste se transforme en pueblo sacerdotal .
 
Los siete Arcángeles siempre se me han presentado como "Sacerdotes del Altísimo." Los he visto vestidos con una túnica blanca, con una banda de oro en la cintura y la estola sacerdotal roja. Me ha sido dicho que participan plenamente al único sacerdocio, el de Jesucristo. Presiden la liturgia celestial que está íntimamente ligada a la de la tierra.
 
Me ha sido explicado que los ángeles son espíritus puros, seres de luz. En un ángel la imagen de Dios se expresa a través de la luz. La luz que emana de cada ángel es la expresión directa de su identidad y de la misión que le es propia. También es su signo de reconocimiento: Cada ángel tiene, de hecho, su luz particular, original por su  potencia de emanación, única" .
 
"Ellos (los ángeles) desempeñan su acción en el ámbito espiritual, están dedicados a tareas que no requieren una intervención directa sobre la materia, ni la implicación del cuerpo.
La presencia de los ángeles es muy importante desde el origen de la creación, y muchas veces Dios les ha confiado misiones extraordinarias como, por ejemplo, en los eventos relacionados con el éxodo del pueblo de Israel, o en la anunciación a María. Son innumerables las misiones realizadas por los ángeles, sobre todo las de los siete grandes Arcángeles que contemplan el rostro de Dios, reciben de Él sus órdenes y salen como flechas de luz para ejecutarlas. Pueden acceder a todas las dimensiones del universo, incluyendo el Infierno, donde, como hemos visto, a menudo descienden  para comunicar a Lucifer las órdenes de Dios.
 
En este momento los siete grandes Arcángeles y sus huestes angélicas han recibido de Dios la extraordinaria misión de acompañar al pueblo de Dios hacia la nueva creación. Los siete grandes Arcángeles están particularmente comprometidos con el Núcleo Central: siguen de cerca el camino de los siete grupos que lo componen. Cada grupo esta confiado a un gran Arcángel que es su protector y sacerdote.
 
Entre los siete grandes Arcángeles, le corresponde un papel especial, en este tiempo, a San Miguel. Él ha recibido de Dios la tarea de preparar la venida gloriosa de Jesucristo; es el precursor glorioso del retorno de Cristo. Por eso es responsable ante Dios del  llevar a cabo el plan de recapitular en Cristo todas las cosas. Su actuación es de gran importancia: esta reuniendo el pueblo de Dios de todo el universo, para presentarlo a Cristo el día de su retorno.
 
Le corresponde a San Miguel dirigir, en nombre de Dios, a los tres poderosos instrumentos extraordinarios, comunicándoles lo que Dios desea. Los protege del mal y garantiza ante Dios la fidelidad de cada instrumento.
 
San Miguel se ofrece a sí mismo a Dios no sólo por los instrumentos extraordinarios, sino par todo el pueblo de Dios repartido por todo el universo. Asiste a las almas de los difuntos y también envía ángeles al Purgatorio para ayudar y consolar a las almas purgantes. Todos los ángeles, desde el más pequeño hasta el más grande, están bajo el mando de San Miguel que está a la cabeza de todas las huestes angélicas. A su alrededor se encuentran los otros seis grandes Arcángeles: Gabriel, Rafael, Uriel, Jehudiel, Sealtiel, Baraquiel. También ellos obedecen a San Miguel. Sin embargo, no existe entre ellos una jerarquía verdadera y propia: en la dimensión espiritual en la que viven los ángeles, no hay jerarquías, sino que reina la armonía de las leyes sublimes del Espíritu. La obediencia de los espíritus puros es sobre todo la plena adhesión a las leyes del Espíritu que operan en cada uno de ellos. Los ángeles conocen la voz del Espíritu; por eso, su obediencia a San Miguel es obediencia al Espíritu de Dios que actúa en él. Esto hace que sea imposible ninguna forma de celos y rebelión.
 
Todos los ángeles están llamados en este tiempo a apoyar el camino del pueblo de Dios. Especialmente los ángeles de la guarda están intensificando su presencia y acción respecto a todos los que desean servir a Dios con sinceridad, que están dispuestos a transformar su vida para que sea conforme a las leyes de Dios. Los ángeles están al lado de los verdaderos fieles, oran por ellos, los protegen del mal; su actuación hace más penetrante la acción del Espíritu Santo, tanto en el individuo como en el pueblo de Dios.
Los ángeles también están al lado de los tres poderosos instrumentos para ayudarles en su misión .
 
En el transcurso de los años, la presencia y la acción de los ángeles han sido una constante en nuestro camino. Particularmente los siete grandes Arcángeles nos han acompañado con sus explicaciones y su bendición; realmente los hemos percibido como sacerdotes y guías, siempre listos para mostrarnos los pasos a seguir, y de esto damos gracias a Dios.